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Escriben como hablan, y ¡qué mal hablan!



La comunicación oral se diferencia de la escrita por su informalidad. Eso nos decían los padres de la semiótica como Ferdinand De Saussure o Jean Piaget. La manera como comprendemos nuestro mundo no es más que una serie de signos interpretados y bien concatenados que ordenan el lenguaje y facilitan la comunicación. Las comas, un punto seguido o una mayúscula son productos del desarrollo lingüístico humano para comprendernos mejor.

Seguramente cuando usted escribe siente que algo le hace falta a sus textos para comunicar una idea específica. De ahí que de manera repetida escriba y borre frecuentemente lo que intenta redactar. ¡Le ocurrió a García Márquez y al Quijote!. Si ha pasado por dicha situación, siéntase tranquilo, pues quiere hacer las cosas bien y no generar confusión en sus lectores.

En cambio, si usted escribe lo primero que se le ocurre, preocúpese, porque las letras bien escritas se cuecen a fuego lento. Tal vez en las empresas esto no es muy frecuente, debido a la intensidad de trabajo. De hecho, los mismos productos, como puede ser un informe de gestión o una rendición de cuentas, se prestan para utilizar un lenguaje vago y extremadamente sencillo. Resulta frecuente ver textos corporativos con oraciones como "el comportamiento del dólar bajó nuestras ganancias". Una forma correcta para la anterior oración pudo ser "la fluctuación en los precios del dólar disminuyeron nuestras utilidades".

¿Ven la diferencia? En el primer caso, se observa una oración bastante informal, como si fuera una conversación entre dos compañeros de trabajo que, en medio de un embotellamiento, se cuentan entre sí lo que le ocurre al departamento para el cual se desempeña. En el segundo ejemplo, aparece un texto propio de una publicación especializada en econmía, sin ser cliché y con información relevante.

Nunca acuda a expresiones propias de la comunicación oral para comunicar ideas de manera escrita en sus informes de gestión o publicaciones empresariales. Eso denota poca calidad y preparación. No obstante, si usted debe utilizar a una expresión coloquial para expresar una idea, hágalo, pero sepa cómo redactarla. Imaginen que un profesional en economía escribe "el gobierno no quiso subir el salario minimo y otra vez se hicieron los locos". Ahora, vean cómo otro profesional, quizá con menos conocimientos técnicos, pero con una redacción impecable, redacta una oración como esta: "el Gobierno no incrementó el salario mínimo debido a una reducción del PIB. Quizá el pretexto es cierto, pero estamos acostumbrados a que año tras año "se hagan los locos".

Con comillas, mayúsculas y argumentos después de cada oración, el texto adquiere calidad. Diferencie el lenguaje oral del escrito, ese es el consejo. Pero no lo haga solamente cuando redacte documentos para su informe o la columna de opinión que le pidieron. Tenga en cuenta que si usted utiliza una herramienta de comunicación como Whastapp, el correo electrónico e incluso el mismo chat corporativo y está comunicando una información importante a su grupo de trabajo, dicho mensaje no deberá escribirse con simpleza. No. Resulta diferente escribir "háganle con ese programa que es (sic) bn y rápido" a decir "continúen con el programa que están utilizando porque si bien tiene algunos inconvenientes, este es más rápido y les reduce los tiempos muertos".

Si usted escribe con simpleza mensaje importantes para su equipo de trabajo (bien sean callcenters, personal de enfermería, docentes, agentes comerciales, etc.) piense que si le están "tomando del pelo" quizá se deba a la precariedad de sus mensajes escritos. Escribir mal equivale a lo que coloquialmente se conoce como un 'malhablado'.

Andrés Emilio Vargas Editor general de Redacción Corporativa

Departamentos de Redacción y Educación

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