Una buena capacitación no es donde el experto o capacitador marca el ritmo de desarrollo ni tampoco donde los colaboradores de una empresa permanecen atentos observando al frente. Una buena capacitación, de acuerdo con nuestra experiencia, es cuando: entre los participantes se preguntan y resuelven dudas, el capacitador toma un rol de moderador, existen muchas risas y no se traza una única ruta o secuencia de aprendizaje. De hecho, el desarrollo de los contenidos es dado por los participantes y no por el orientador o capacitador. ¡Y así debe ser!
Sin embargo, generar esa empatía en un curso requiere de tacto, de una fina habilidad de observación y, sobre todo, de escucha. Se debe tener en cuenta que pueden existir diferencias entre los participantes que pueden entorpecer el desarrollo de la capacitación. Y justo allí aparece el juego. Jugar no es solo de niños, de hecho, en los adultos funciona muy bien porque genera una conexión emocional al asociarse con etapas de la infancia. Empero, el juego debe ser centrado en el contenido que se desea impartir. Jugar sí, pero no olvidar el aprendizaje. Cuando nos referimos a juego, no necesariamente debe implicar un esfuerzo físico, en algunas ocasiones esas dinámicas no son bien aceptadas y terminan siendo un error. El juego bien puede ser utilizar los teléfonos celulares o pueden ser actividades manuales. Solo tenemos una recomendación: divierte y entretiene.
Con base en esa metodología de aprendizaje, que suele conocerse como ludoentretenimiento corporativo, desarrollamos nuestros programas de formación para empresas. Los servicios de educación corporativa, creemos en Redarcol SAS, deben girar en torno al buen trato, la empatía y el conocimiento basado en experiencias. Así es como se construye la gestión del conocimiento.
Desde nuestra experiencia como prestadores de servicios de educación para empresas, hemos identificado que, la lúdica combinada con el conocimiento, es un factor potenciador en los procesos de capacitación y educación empresarial. Reír, contar historias, basarse en la oralidad y no en el lenguaje escrito sumado a un espacio libre de la rigidez de los apuntes y las diapositivas generan empatía. No es casualidad que en nuestras mediciones para observar la apropiación de competencias profesionales los grupos que tuvieron metodologías lúdicas hayan tenido un mejor rendimiento. Una de las razones por las que se produce este efecto es la confianza. Cuando los grupos tienen confianza, la participación es activa, lo cual es buenísimo para resolver dudas.
La forma tradicional como se imparte el conocimiento tanto en la escuela como en las empresas es bastante tradicional: un capacitador que expone unos conceptos y unos participantes que, pasivos, ‘escuchan’ la cátedra o sesión magistral. No obstante, se ha evolucionado un poco, por ejemplo, de las cátedras se pasó a los talleres, algo más dinámico y acertado para las realidades de las empresas. Sin embargo, siguen siendo formas muy conservadoras para desarrollar las competencias en un equipo de trabajo que, además, no generan la suficiente motivación en los trabajadores, por lo cual no resultan plenamente efectivas.
*Artículo generado por el área de capacitaciones y fomación empresarial de Redacción Corporativa SAS con base en las experiencias de los procesos de capacitación empresarial.