Esforzarse por tener la palabra precisa para cada persona es una actitud propia de los buenos comunicadores. Los oradores, por ejemplo, como ocurre en el caso de los políticos y las figuras públicas, suelen decir lo que 'ellos quieren escuchar' y, así, asemejan cada concepto que exponen a las formas de vida de sus públicos. "En esta empresa el buen trato es una prioridad", diría un gerente. Quizás algunos le crean, y otros no. Las palabras parecen mentirosas cuando no existe una coherencia entre lo que se dice y lo que se hace (quizás lo que se comunica).
En la comunicación oral se presenta un efecto curioso guiado por el lenguaje corporal. Lo corpóreo puede ser más poderoso que la palabra misma. De hecho, las investigaciones en el campo de la comunicación y la sociología demuestran que la comunicación no verbal acapara el 70% de la atención frente a un 30% de las palabras. Es decir, nuestras palabras 'hablan' menos de los que se cree y, por ejemplo, tener un rostro cabizbajo o una mirada altiva da un mensaje más poderoso. Por ello, comunicar implica integridad.
Aún existen quienes dicen que solo se requiere de un buen texto o buen mensaje para que la 'gente entienda'. Esto no es cierto. Es necesario crear un ambiente propicio para que el mensaje sea bien recibido. La comunicación corporal tiene esa capacidad de afianzar lo que se dice y transmitir sentimientos, los cuales no todos consiguen a causa de no tener una buena habilidad con la redacción. ¿Podrían imaginar a un candidato político sin mover sus brazos y con un rostro serio dando su discurso? Su imagen sería la de una persona asocial, fría y distante.
Si bien la comunicación corporal también está dada por la cultura, es necesario ajustar esos gestos y movimientos según el lugar donde se encuentre, el tipo de espacio y las personas. En un discurso de apertura de una nueva tienda de tecnología, muy seguramente habrá festejos y entusiasmo, lo cual requerirá de sonrisas, abrazos y movimientos ligeros. Sin embargo, no existe una regla definida para ello. La comunicación corporal es un reflejo de la personalidad misma. Sus gestos, como sus palabras, demuestran estilo y son capaces de acercar o de alejar.
Antes de iniciar una presentación, piense también en su lenguaje corporal, en esa comunicación no verbal. Quizás si alguna vez no le entendieron lo que quiso decir, se debió a un mal gesto o una mirada distante. Las sonrisas son poderosas, las caras duras alejan. Claro, no hay reglas fijas, todo depende de su intención.
Recuerde algo: las palabras mienten, pero su cuerpo no.
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Autor: Catalina Castillo Quijano